miércoles, 14 de noviembre de 2007

El deseo

Existe una historia Sufi muy famosa: Un emperador salía de su palacio para su caminata matutina, cuando se encontró con un mendigo. Le preguntó al mendigo: `¿Qué quieres?` El mendigo rió y dijo: `Preguntas como si pudieses cumplir mi deseo`.

El rey se ofendió. Dijo: `Por supuesto que puedo cumplir tu deseo. ¿Cuál es? Sólo dímelo`.

Y el mendigo dijo: `Piénsalo dos veces antes de prometer algo`. El mendigo no era un mendigo común, era el Maestro de la vida pasada del Emperador. Y en esa vida le había prometido: `Vendré e intentaré despertarte de tu próxima vida. Te has perdido esta vida, pero vendré de nuevo`. Pero el rey se había olvidado por completo. ¿Quién recuerda sus vidas pasadas? De modo que insistió: `Cumpliré cualquier deseo que pidas. Soy un emperador muy poderoso. ¿Qué puedes tú desear que yo no pueda darte?

El mendigo le dijo: `Es un deseo muy sencillo. ¿Ves esta vasija para mendigar? ¿Puedes llenarla con algo?

El Emperador le dijo: `¡Por supuesto!` Llamó a uno de sus visires y le dijo: `Llena con dinero la vasija de este hombre`. El visir salió y volvió con algo de dinero, que volcó en la vasija... al instante el dinero desapareció. Y volcó más y más, y en cuanto volcaba un poco, desaparecía. Y la vasija permanecía siempre vacía.

El palacio entero se reunió. Pronto el rumor atravesó la capital y una gigantesca multitud se concentró. Estaba en juego el prestigio del emperador. Le dijo a sus visires: `Si se pierde el reino entero, estoy dispuesto a perderlo, pero no puedo ser derrotado por este mendigo`. Diamantes, perlas y esmeraldas... sus tesoros se vaciaban. La vasija del mendigo parecía no tener fondo. Todo lo que se colocaba dentro, todo, inmediatamente desparecía, dejaba de existir. Finalmente se hizo tarde y la gente se hallaba de pie en completo silencio. El rey cayó a los pies del mendigo y admitió su derrota. Le dijo: `Sólo dime una cosa. Has salido victorioso, pero antes de irte, sólo satisface mi curiosidad. ¿De qué está hecha esta vasija para mendigar?`

El mendigo se rió y dijo: `Está hecha de la mente humana. No hay secretos.... sólo está hecha del deseo humano...`.

Esta comprensión transforma la vida. Ve hacia un deseo ¿cuál es su mecanismo?. Primero hay una gran excitación, gran suspenso, aventura. Sientes que algo va a suceder, estás al borde de ello. Y luego tienes el auto, tienes el yate, tienes la casa, tienes la mujer... y de pronto todo vuelve a carecer de sentido.

¿Qué sucede? Tu mente lo ha desmaterializado. El auto se halla estacionado en la calle, pero ya no hay más excitación. La excitación existía sólo para obtenerlo... tanto te embriagaste con el deseo, que te olvidaste de tu nada interna. Ahora, una vez cumplido el deseo el auto afuera, la mujer en la cama, el dinero en tu cuenta corriente nuevamente la excitación desaparece. Nuevamente está allí el vacío, listo para devorarte. Nuevamente debes crear otro deseo para escaparte de este abismo que bosteza.

Es así como nos movemos, de un deseo a otro. Es así como seguimos siendo mendigos. Tu vida entera lo demuestra una y otra vez: todo deseo frustra. Y cuando se consigue el Objetivo, necesitarás otro deseo.

El día que entiendas que el deseo como tal fracasará, vendrá el momento de cambio en tu vida.

El otro viaje es hacia adentro. Muévete hacia adentro, vuelve a casa.

Zen: El Camino de la Paradoja

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